Tiempos decisivos, punto de no retorno

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esde primeras horas de la mañana el sol, ya picaba. Los asistentes a la movilización caminaban acalorados apremiados y entusiasmados de llegar al derrotero concertado. Ya a las 10:00 a.m. de la mañana, la afluencia de personas, comenzó a nutrirse de manera acelerada con ríos de seres humanos que desembocaban en un mismo derrotero.

No eran aun las 12 del día y la autopista Francisco Fajardo, Columna vertebral de Caracas, a la altura del distribuidor Altamira desbordaba de personas procedentes del este y el oeste de la capital. Podía escucharse insistentemente entre los asistentes a aquella especie de Agora multitudinaria, la noticia de la agresión desatada contra los venezolanos que empezaba a arrojar un copioso saldo de heridos y detenidos (Estimaciones del Foro Penal) que marchaban al mismo tiempo en varias ciudades de la provincia.

En Caracas, sin embargo, no sólo importaban las noticias provenientes del interior; asimismo era un comentario recurrente, la actitud firme y corajuda de personas de avanzada edad que desafiaban los piquetes de la guardia nacional en su tránsito para encontrarse con el grueso de la concentración. Desde El Paraíso, otrora urbanización, residencia de un famoso dictador del siglo XX, estas personas franquearon con valentía y determinación las alcabalas militares, para continuar su camino, acompañadas de un remosado torrente de manifestantes que colmó la autopista a esa altura del suroeste caraqueño. .

Directrices desde la autopista

Ya a la hora meridiana la concentración sobrepasaba con creces las estimaciones más conservadoras. Sobre un camión, improvisado como tarima de campaña, alcaldes, diputados, líderes políticos, defensores de derechos humanos, aprovecharon para comunicarse con los venezolanos. Todos, a pesar de las naturales diferencias, enfatizaban la necesidad de organizar y articular acciones en los próximos días, concebidas desde la perspectiva de la desobediencia civil a un gobierno, o mejor dicho una dictadura suficientemente declarada tanto en la teoría como en la práctica. El detalle que caldeó la jornada fue el ánimo entre muchos por precipitar la movilización a Miraflores.

Y resulta paradójico que estos días, destinados a la jornada de recabación del 20% de manifestaciones de voluntad para activar el Referéndum Revocatorio sean empleados por los venezolanos para protestar su suspensión por medio de la musculatura unitaria, imprescindible para enfrentar al régimen en ésta nueva etapa, caracterizada por una inevitable colisión con la camarilla dictatorial presidida por Nicolás Maduro.

Un cambio, sin lugar a dudas de 360º frente a la determinación tomada por el régimen de suspender la consulta, una agenda de lucha que comprende, acciones parlamentarias para juzgar políticamente al presidente, por temas como su responsabilidad directa en la rúptura del hilo constitucional, violación de derechos humanos y agravamiento de la crisis humanitaria en el país; 12 horas de huelga general nacional activadas para el momento de escribir esta nota y hasta una marcha hacia el palacio de Miraflores el 3 de octubre para exigirle al presidente Maduro la restitución del hilo constitucional.

Nada de lo descrito hubiese ocurrido, de no ser por la suspención de la consulta refrendaria para revocar al presidente y más tarde, la guinda que le faltaba a la torta para formalizar el carácter estrictamente dictatorial del régimen: el asalto al parlamento a plena luz del día.

Embestida a la Asamblea Nacional

El domingo 23 de octubre durante una jornada extraordinaria de la Asamblea Nacional para iniciar el proceso de restitución del fracturado orden constitucional, hordas autorizadas por el régimen irrumpieron a punta de garrote, pistola y puño limpio.

No sólo se trató de la conducta destructiva per se, advertida apenas ingresaron los salvajes al lugar. Los barbaros, eufemísticamente denominados colectivos persiguieron y agredieron también a todos los que estábamos dentro y escuchábamos en paz la velada parlamentaria. Los montoneros no se detenían en mediar palabras y mucho menos respetar la majestad de la institución. El Ilustre Americano, Guzmán Blanco debía estar estremeciéndose en su tumba, al saber cómo la venerable edificación construida durante su gobierno, era invadida y sus puertas y paredes violentadas.

Aquella horda se ensañó especialmente con los visitantes, arrojando sillas, profieriendo obsenidades y expulsando a patadas a las personas fuera del recinto hacia el flanco oeste de la edificación. La canalla se cebó sobre algunos jóvenes que tuvieron la valentía de encararlos. Fueron perseguidos, agraviados, golpeados, heridos y humillados.

Los vandalos, presuntamente acicateados por el Alcalde del Municipio Libertador de Caracas, Jorge Rodríguez, también robaron y asaltaron a los corresponsales internacionales como Osmary Hernández de CNN quien testimonió como su vida estuvo en peligro y fue gracias a la oportuna intervención de sus compañeros de equipo que pudo salvarse. Lo mismo ocurrió con el robo al camarógrafo de Globovisión y a periodistas de Telecaribe, quienes también fueron despojados de sus respectivos chalecos antibalas. Si, chalecos antibalas porque en Venezuela la prensa está expuesta a una situación de guerra, aunque no exista en la práctica una confrontación convencional.

Un gobierno de canallas, evidenciado ante el mundo entero por su talante dictatorial demuestra como pretende aferrarse al poder, no sólo valiendose de su musculo institucional y militar, sino también por la fuerza y la violencia intimidadora de sus pandillas amparadas desde Miraflores. Una demostración palmaria de como la prédica sistemática durante años de violencia política tuvo éxito al borrar todo viso de civilidad. Hoy la Asamblea Nacional es la única institución verdaderamente independiente del poder secuestrado por la dictadura; una auténtica trinchera desde donde la democracia resiste los embates de quienes planean destruirla.

 

Camino hacia la libertad

El hito que significó el comienzo de un proceso de desobediencia civil, el 26 de octubre en la autopista Francisco Fajardo en Caracas y las principales calles y avenidas de las ciudades y pueblos de Venezuela, marca sin lugar a dudas un antes y un después. Un punto de inflexión del que pareciera no haber retorno y por el cual los venezolanos, cansados del agobio, la inopia y la humillación a lo largo de estos años, no estamos dispuestos a tolerar a menos que se restituya el canal electoral natural para expresar y dirimir nuestras diferencias sea a través del Referéndum Revocatorio o unas elecciones generales.

Es por eso que el coraje de esos padres, madres, abuelos que con mucha determinación encabezaron la marea humana con que se inició la rebelión ciudadana, en todo el país, y enfrentaron con valentía a los militares que impedían su paso, representa de alguna manera el acicate para los venezolanos que estamos obligados por principio a ponerle una mano en el pecho al régimen para detener sus tropelías y retomar de nuevo la cordura, el equilibrio, la civilidad , la paz y la libertad.

29 de octubre de 2016

Pepe Mijares/ @pepetex

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