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Valencia 6 de julio de 2016

 

Solidaridad y Templanza en la Venezuela de la Supervivencia

 

I nsistir en medio de una crisis sustantiva como la que padece Venezuela en conductas que favorecen la anomía, la desconfianza y el resentimiento no procuran para nada nuestro crecimiento nutritivo como sociedad. Antes bien, estimula un comportamiento que alienta la división, el desconcierto y la hostilidad entre nosotros.

Y es que, a mayor necesidad, como es el caso de nuestra Venezuela, tendría que privar un mayor grado de solidaridad; la solidaridad es la llave que abre todas las puertas clausuradas: encerrarnos en nuestra burbuja, aunque lo tengamos todo, en realidad no nos llevará a ninguna parte sino sólo a nuestra propia desdicha.

De modo que, ante la desesperación por la sobrevivencia, el reto no puede ser otro que robustecer nuestra capacidad de ser solidarios junto al desarrollo de la templanza frente a las circunstancias, por más aciagas que sean. ¿Cuántas veces nos hemos preguntado por aquellas cosas que no estábamos en capacidad de observar  porque nuestra mente divagaba o estaba minada por la negatividad?
Al aquietar la tempestad de nuestras emociones, podemos percibir aquellas cosas que antes no veíamos, abrumados, como estábamos por las circunstancias. Ese es el primer paso para comprender que, si lo quieres, puedes lograrlo y a partir de allí, escalar las montañas más escarpadas hasta coronar la cima anhelada. Negarse la felicidad, en definitiva, una condición natural de la existencia, no puede acompañar el crecimiento de un ser humano y mucho menos el de toda una sociedad y Venezuela ésta urgida de ella.

Pepe Mijares

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