"Poner las cosas en su justo lugar,

como tiene que ser"

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ablar con los vendedores informales en las calles de Caracas es una experiencia sin parangón desde una perspectiva estrictamente periodística. Es el roce con la sobrevivencia pura y dura en el trance de la Venezuela de la precariedad y la carencia absoluta.

Algunos afirman como ellos mismos, haberse acostumbrado a ésta inopia, otros sencillamente, esperan desde la perspectiva de prepararse para lo peor y esperar lo mejor, un horizonte cuya nublada cercanía, impide percibir los cambios indefectibles que vienen ocurriendo bajo la superficie y que pese al malestar generalizado que entraña, aun alberga esperanzas en el porvenir.

-Ellos juran que van a quedarse allí para siempre. -dice el señor que resuelve los apremios de los compradores con minúsculos sacos tejidos de cuatro cebollas.
- ¡Si! Quieren atornillarse en Miraflores y el colmo es que creen que uno es pendejo. 
Asegura la señora vecina de aquel que exhibe menudas bolsitas plásticas, contentivas de café y azúcar.

 

El azúcar , una extraña más en las mesas de los venezolanos

Y es en la Av. Fuerzas Armadas en Caracas, una inflamable frontera entre el silencio reprimido del oeste y el inquieto acomodo del este, donde se escenifican dos hechos precisos en los que el pulso de la sobrevivencia entre quienes exhiben sin pudor alguno la fuerza del poder desde, entre otras cosas, una inadmisible administración del hambre para intentar mantener a la sociedad secuestrada. Y por el otro lado, la gran mayoría del país, harto, indignado y naturalmente disconforme con la humillación a la que día a día es sometida.

Un hecho a todas luces, desnudado en esa localidad de la capital que dejó de ser una zona residencial de inmigrantes españoles e italianos y se convirtió con el pasar de los años de la Rovolución Bolivarista, en un gran mercado a cielo abierto, donde los comerciantes informales procuran mitigar las apremiantes necesidades de los venezolanos que acuden asiduamente para refugiarse de la escasez y el demencial costo de la vida.

Primero fue un explosivo altercado a mediados de junio de éste año que sostuvieron compradores y vendedores informales contra la policía y la guardia nacional bolivarista, que defendía el hecho de retener la mercancía para destinar el 50% a los llamados CLAP, conocidos eufemísticamente por sus siglas como los Comités Locales de Abastecimiento y Producción, y desconocidos en los fondos contrarios como los Comités Locales de Desabastecimiento y Corrupción.

Este hecho ya traería resistencias y contundente rechazo por parte de los venezolanos a esta nueva imposición enmarcada en la estrategia del régimen de fiscalizar la administración del hambre y de esta forma lograr el anhelado control social, como parodia del sistema que condenó a generaciones en la isla de Cuba. A partir de ésta sacudida ciudadana, se establece un hito entre las expectativas reales de los venezolanos que se oponen con firmeza a esas medidas y de sus representantes políticos que demandan estabilidad, paz y PRODUCCION agroalimentaria, en orden jerárquico, imprescindible para acabar con el agobio de la escasez y el hambre que mantiene a los ciudadanos en permanente alerta para reclamar sus pisoteados derechos.

Como suele ocurrir en circunstancias inflamables como las atravesadas por la sociedad venezolana por la espantosa crisis a la que se le ha obligado a transitar, el jueves 13 de octubre, una poblada saqueó un camión cargado de azúcar en la Av. Fuerzas Armadas a la altura de la Hoyada.

-Fue impresionante, hasta la policía participó en el saqueo. Lo que da dolor fue el reguero de azúcar que quedó en la avenida.

Es preciso, no obstante, contradecir al vendedor de embutidos que comenta en voz alta la anécdota. La gente se desparramó a lo largo y ancho de la Av. para recoger y administrar el vasto remanente que quedó del camión despojado. Las imágenes son harto elocuentes  de las razones descritas anteriormente.  

Desde hace más de ocho meses, la llamada dulzura blanca, o sugar blues como prefiera llamársele, desapareció de los hogares venezolanos y pasó a ser un producto exótico, sólo ofrecido por algunos establecimientos privilegiados que pueden permitirse su pago.  Las causas ya son harto sabidas por todos: expropiación en el mejor de los casos y en la generalidad, confiscación de terrenos e ingenios con tradicional vocación en la producción de caña que, desde su tenencia en manos de productores privados, nunca se repotenciaron mas bien se desaprovecharon. Conclusión: de los diez centrales apropiados por el régimen, sólo tres de ellos produjeron de acuerdo con las fuentes consultadas el 2% de la demanda nacional éste año. Una cantidad irrisoria si se toma en cuenta que somos 30 millones de seres humanos.

 

No sólo de azúcar vive el hombre

Pero no es sólo la azúcar, es toda la producción nacional y trasnacional que está de capas caída, producto de la situación a la que fue llevada por una política calculada de destrucción sistemática a lo largo de estos 18 años de ignominia para supuestamente hacernos más independientes y soberanos, como reza el estribillo de esta monumental engañifa.

Lo que ocurrió es todo lo contrario. Venezuela es ahora mucho más frágil y vulnerable que nunca. Al haberse deprimido el precio del petróleo en el mercado internacional, producto de la sobreoferta y en la utilización en gran escala de fuentes de energía menos agresivas con el medio ambiente natural, acabó de golpe la renta que permitía maquillar la situación horrorosa en que ya se encontraba la economía nacional, producto de la ruina del aparato productivo nacional, y la corrupción desatada gracias a las importaciones. Ahora se destapó toda la basura que durante años estuvo oculta debajo de la alfombra y que nunca nadie y mucho menos los irresponsables beneficiarios se molestaron en limpiar.   Adicionalmente,  el régimen que opera de la mano con el hampa y el narcotráfico como ya ha sido sustancialmente evidenciado, procura obstaculizar cualquier salida que lo perjudique con la perdida de sus privilegios mal habidos y que podría costarle años de cárcel por decir lo menos a sus principales cabecillas.

Tienen demasiado que perder

Es por ello que el gobierno en comprobada simbiosis con el hampa común y organizada (Hamponato Mandante) , hace todo lo que esté en su poder; y hay que ver que tiene bastante, pese a su rotundo derrumbe de popularidad, para impedir a cualquier costo el Referéndum Revocatorio que lo pondría en una situación de minusvalía aun peor que las elecciones parlamentarias del 6 de diciembre, cuando perdió su capital político, incluso en sus tradicionales santuarios como el 23 de enero, frente a una aplastante mayoría de venezolanos.

Aterrorizados por lo que vendría, decidieron blindarse detrás de un TSJ (Tribunal Supremo de Justicia) cuyas autoridades fueron elegidas de manera arbitraria, a la carrera y faltando pocos días de renovarse el Parlamento a comienzos de éste año y sin seguir los procedimientos legales en diciembre del 2015 por la Asamblea Nacional agonizante. Resultado: el manejo arbitrario y anticonstitucional del TSJ como buffete de abogados de la presidencia para desconocer cualquier decisión emanada de la nueva Asamblea Nacional constituida a partir del fuero concedido por la mayoría que la eligió.

La mayoría quiere Revocatorio

Y llama poderosamente la atención como el ciudadano común, no sólo en la Av. Fuerzas Armadas en la capital, sino en todas las calles de pueblos y ciudades de Venezuela sabe con conocimiento de causa, muy lejos de la confusión interesada e inoculada con toda la intención, el origen del problema y las consecuencias que éste ha tenido para todos nosotros.

Han sido ocho meses de reveses y contrariedad para el único poder realmente autónomo de la República: hechos que van desde la negación con el aval de un TSJ adquiescente al ejecutivo, de su mayoría calificada al ser, obligada a separarse de sus cargos; la negación del presidente y sus ministros a cumplir con la obligación constitucional  del Parlamento de ser interpelados; la negativa y consecutivo desconocimiento en la promulgación de leyes de interés social como la ley de bonificación de pensionados y aquella que beneficia a inquilinos de la llamada Gran Misión Vivienda que les permitiría disponer de su propiedad y no solamente gozar de ella como si fuera un mero comodato. Y así podríamos hablar de una larga sucesión de excesos que demuestran como el gobierno con todos sus apéndices se han colocado completamente al margen de la ley y la Constitución de la República, al impedir y obstaculizar las funciones propias de un poder soberano como lo es, la Asamblea Nacional.

-Y el colmo es que esta gente quiere pagarse y darse el vuelto. Comenta el señor en la larga cola para reclamar dos canillas reguladas.

El entusiasmado comentador se refería a la Ley de Presupuesto para el próximo año, aprobada arbitrariamente, ayer en una pequeña congregación de algunos pocos seguidores del proyecto hambreador, llamada Congreso del Pueblo, con el visto bueno del buffete de Miraflores, conocido como el Tribunal Supremo de Justicia y por supuesto sin la autorización de la Asamblea Nacional.

- Si. -replica un señor más adelante a punto de pasar a la panadería- ¿Cómo es posible que estos sujetos crean que somos cogidos a laso, como el ganado? Todo lo que ellos gastan y hasta lo que se agarran, los estamos pagando nosotros. Mire como estamos, que hasta cola para adquirir pan tenemos que hacer. Enfatiza el señor indignado mientras aguarda ansioso para reclamar su pan.

- Esto no puede continuar y menos si nos quitan el Revocatorio -grita una señora desde un puesto de verduras que se había unido a la plática.

- ¿Y entonces que plantea usted Señora?

-¡Pues nada! Si no nos dejan votar para salir de ésta catástrofe. Tenemos que dejarnos de pendejadas. Hay que ponernos de acuerdo todos e ir a Miraflores para poner las cosas en su justo lugar, que el mundo vea lo que no sirve y sólo nos trajo miseria, hambre y destrucción .

16 de octubre de 2016

Pepe Mijares/ @pepetex

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